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martes, 5 de noviembre de 2013

Capítulo 6

A la mañana siguiente Andrea despertó diez minutos antes de que sonara el despertador. Había tenido una noche de lo más apacible, algo que al mediodía del día anterior había creído imposible. Se quedó en la cama cinco minutos aprovechando algo de tiempo para coger fuerzas para el día. Oyó a sus padres abajo, desayunando y preparándose para el trabajo. Se podía oler el humeante aroma de la cafetera y el tintineo de la cuchara dando con el vaso de cristal al removerlo. Las ocho en punto. Andrea se incorporó despacio y cogió su móvil. Tenía dos W.A., los miró: uno de Silvia y otro de... Fernando. Leyó primero el de Silvia: "Buenas noches guapa, que descanses y olvídate de todo. Que esta noche de octubre te ayude a superar lo peor. Te quiero princesa". Sonrió con emoción, Silvia era simplemente perfecta. A continuación, con las manos temblorosas, abrió el chat de su ex novio y lo leyó: "Andrea, espero que no estés enfadada conmigo, es lo que menos deseo. Por favor, no sufras, sigo estando aquí para lo que necesites, te lo prometo. Un beso An".
Andrea suspiró, todas las mañanas recibía un mensaje de Fernando, con un: "¡Buenos días princesa!", o: "Como ha dormido mi chiquitina?". Pero nunca creyó que podría recibir alguno así de él. Sin embargo, ahora era lo que tocaba y su cabeza, pero sobretodo su corazón, tendrían que asimilarlo pronto. Dejó el móvil a un lado y se vistió. Ropa normal, para pasar un día normal. Antes de bajar, se acordó de que tendría que llamar a Mark, ya que iría con ella al instituto. Golpeó la puerta de la habitación con suavidad:
   - Mark, soy Andrea.¿Puedo pasar?
   - Sí, sí. Pasa.
La chica pasó y cuando entró, vio que estaba sin camiseta. Su ojos no pudieron remediarlo y se desviaron rápidamente en los músculos de los brazos, en sus marcados abdominales, en su perfecta silueta... Eran tantas cosas... Pero decidió controlarse y no dejarse llevar por lo que sus ojos se empeñaban en mirar. 
   - Tómate el tiempo que necesites. A las ocho y media salimos de casa, el instituto empieza a las nueve menos cuarto. Yo voy abajo a desayunar, ahora nos vemos. 
Mark le respondió con un asentimiento de cabeza acompañado de una de sus dulces sonrisas. Andrea entornó la puerta y bajó despacio por las escaleras. Cuando terminó de bajar todas, fue hasta la cocina y saludó a su madre. Le dio un beso en la mejilla como todas las mañanas y se tomó un yogur. 
     - Hija, ¿qué tal has dormido?- preguntó Lisa.
   - Bien, muy bien la verdad.- Respondió Andrea sonriendo a su madre. 
A los cinco minutos apareció Mark por la puerta, saludó a Lisa. 
    - Mark, buenos días cielo. ¿Qué quieres desayunar?¿Café?
    - Emm... Sí, OK. Un vaso de café.
Se lo bebió en apenas dos minutos y subió arriba a por su mochila, con unas cuantos cuadernos y un estuche con lo necesario para escribir. Pasado un rato Andrea y Mark salieron a la calle.
   - Tenemos que esperar a una amiga. Se llama Silvia, es muy simpática. Te caerá bien.
Siguiendo las previsiones de Andrea, Silvia llegó pasados dos o tres minutos. Al primero que miró fue a Mark, sorprendida. Después abrazó a Andrea y le dio dos besos.
   - ¿Quién es?- dijo su amiga mirando a Mark con admiración.
  - El chico de intercambio. Se llama Mark, es polaco, pero habla muy bien español porque su madre es de aquí.
   - Ah. Hola Mark, encantada yo soy Silvia.- Los dos se dieron dos besos.
   - Igualmente, ya me han hablado de ti.- Y volvió a sonreír a Andrea de aquella manera tan especial.
Silvia los observó callada y después lanzó a Andrea una mirada como diciendo: "Cómo os miráis, eh". Ella le contestó con otra mirada de indiferencia, pero dentro de sí misma pensaba: "Quizá se nota mucho". Y se rió para sí. 
Los tres, Silvia, Mark y Andrea, siguieron caminando por la calle. Camino del instituto y hablando cada uno de una cosa pero entendiéndose con facilidad.


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