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viernes, 6 de diciembre de 2013

Capítulo 9

Andrea se apartó, bajando la cabeza. Se sintió avergonzada, pero no podía besarle, sería incapaz. Mark se quitó también, un poco incómodo. Se levantó con cuidado de la silla, intento sonreír a la chica y se marchó de la habitación. Su sonrisa no fue de las que tanto encantaban a Andrea. <<Qué he hecho... Me he apartado, cuando podía haberme dejado llevar y...>>. Pensaba ella. Al instante cogió el teléfono y contó a Clara lo sucedido. Después, mientras esperaba su respuesta, se lo contó a Silvia  y ésta fue la más rápida en responder. 
   - En serio????? Andrea no te entiendo...
Unos segundos más tarde le respondió Clara:
   - Aaaan, no me lo creeo. Sinceramente creo que tendrías que haberte dejado llevar. 
Andrea respondió primero a Clara: 
   - Ya tia, pero es que... No se lo que me ha pasado, tenía miedo de que saliera mal. Estaba casi llorando!
Y después habló a Silvia: 
  - Lo se Silvia, no sabía si dejarme o... No se, me he bloqueado. 
  - Pues mira, mejor. Aunq no se como has dejado escapar una oportunidad de un beso perfecto con un chico tan guapo, tan dulce, tan ideal... 
  - Oyeeee. A ti te gusta Mark. 
  - Queeeeé? Estas loca. No me gusta Mark vale.
  - Silvia llevamos siendo mejores amigas desde hace seis años, cuatro años. Se cuando te gusta alguien. Y Mark te gusta.
  - Mira no. Además él esta colado por ti. Te ha intentado dar un beso! No habría posibilidades...
  - Oye, si te gusta Mark, ligatelo. Me da igual, quizá se acabe enamorando de ti o algo...
   - Andrea a ti también te gusta, y se nota. Lo miras con unos ojos, como con los que mirabas a Fernando. No voy a discutir contigo por un chico. Y menos por alguien que dentro de tres semanas se irá a su país natal. Bueno, tengo que irme a baile. Un beso, adios.
Y así terminó su conversación. En el móvil de Andrea se iluminaban cinco mensajes de Clara, pero no le apetecía hablar con nadie. Ya eran las nueve de la noche y bajó a cenar. Mark y ella intercambiaban miradas embarazosas y la cena fue silenciosa e incómoda. Terminaron pronto de cenar y subieron en seguida los dos. Las sonrisas se intentaron recomponer pero se desvanecían cada vez que sus ojos chocaban. Andrea se metió en su habitación y cerró la puerta tras de sí. Se metió en la cama, miró al techo e intentó dormir. Dio vueltas y vueltas, pero no logró conciliar el sueño. Al fin consiguió dormirse, pero con un sueño inquieto, moviendose de un lado para otro y sin saber si había hecho lo correcto.

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